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7 situaciones meteorológicas que debes controlar para pilotar tu moto sin miedo

No hay por qué negar que entramos en una temporada en la que pilotar una moto puede hacerse complicado. Durante el otoño y el invierno la carretera es, si cabe, más dura para los motoristas. Al mal tiempo se une, sobre todo, la falta de formación propia o ajena para reaccionar adecuadamente y no acabar teniendo un accidente. Por eso, en este post te proponemos conocer las 7 situaciones meteorológicas más adversas y qué debes hacer para pilotar tu moto sin miedo.

Sin embargo, no entiendas sin miedo como atrevimiento, sino más bien todo lo contrario. De hecho, vas a darte cuenta de que lo más valiente en algunas situaciones meteorológicas es dejar la moto aparcada o parar hasta que la cosa mejore. Sin jugarnos el tipo porque, al fin y al cabo, ¿para qué andamos en moto si no es para disfrutar?

Caída de hojas en la calzada

Quizás no sea exactamente una situación meteorológica, pero es una de las consecuencias más visibles de la entrada del otoño. La estampa, todo hay que decirlo, es espectacular con toda esa gama de colores en los árboles, pero cuando las hojas caen y se acumulan en la calzada pueden causar muchos problemas a los motoristas.

La situación empeora más si cabe cuando llueve y hace viento. Por un lado, las hojas son movidas por toda la calzada y, por otro, el agua puede hacer que se pudran generando un efecto deslizante en el pavimento. Resultado: resbalones y caídas si no andamos atentos.

Es un problema que vas a sufrir especialmente si te mueves por ciudad o localidades pequeñas, no tanto en autopistas y autovías. Por descontado, si vas a hacer una ruta de otoño para disfrutar de esos paisajes únicos tendrás que redoblar tu atención en las vías que escojas.

¿Qué hacer?

ESQUÍVALAS SIEMPRE QUE TE SEA POSIBLE
REDUCE TU VELOCIDAD SI TIENES QUE 'PISARLAS'
REVISA TU MOTO AL LLEGAR A CASA
Da igual si son pocas o hay una amalgama de hojas. Lo suyo es, siempre que te sea posible, evitarlas y esquivarlas. Como te hemos dicho un poco más arriba, hay ocasiones en que la acumulación de hojarasca hace que se pudran y acaben formando una superficie muy resbaladiza. Los coches pasando una y otra vez sobre ellas (tienen mucha más superficie de apoyo que tú) también contribuyen a ello. En cualquier caso, aunque esto no llegue a ocurrir, las hojas secas también pueden disminuir la capacidad de agarre de tus ruedas.
No siempre será posible sortearlas. El viento puede hacer su trabajo y llevarlas de acá para allá. Si tienes que pasar por encima, nuestro consejo es que reduzcas tu velocidad.
No estará de más que eches un vistazo al llegar a casa para ver si alguna hoja se ha colado por dónde no debía. Muchas de las partes más sensibles de una moto quedan al descubierto, así que conviene que estés muy atento en esta época del año.

Pérdida progresiva de luz diurna

Otro de esos fenómenos que dificulta disfrutar de la moto como en verano es la progresiva pérdida de luz diurna. En otoño los días se acortan mucho lo que hace que tengamos menos horas de conducción segura, por así decirlo.

Aunque se hace largo y ahora mismo pueda parecerte mentira, lo cierto es que las jornadas comienzan poco a poco a ser más largas a partir del 22 de diciembre. Así es. El día que la lotería puede cambiar tu destino, es también el más corto del año. A partir de ese momento, se acabaron esos atardeceres a las seis de la tarde.

¿Qué hacer?

VER Y SER VISTO, LA CLAVE

Usa elementos reflectantes en tu equipación o elige prendas de alta visibilidad en colores flúor.
Realiza tus rutas moteras en las horas centrales del día.
Revisa siempre el funcionamiento de las luces de tu moto antes de ponerte en marcha.
No uses gafas de sol ni pantallas ahumadas u oscuras en tu casco sobre todo en las horas cercanas a la salida y puesta de sol.
Evita mirar directamente la luz de otros vehículos o te verás deslumbrado.

Lluvia

Es una de las condiciones climatológicas más incómodas para pilotar, pero si te ganas la vida como repartidor o es tu medio de transporte habitual, no tendrás más remedio que hacer todo lo posible para controlar los efectos del agua en tu moto, en ti y en la carretera.

¿Qué hacer?

Atención a los frenos y las pastillas

El agua puede entrar fácilmente en contacto tanto con los discos como con las pastillas de freno.  Aparte de llevar unas pastillas adecuadas para suelo mojado, córtate con los frenazos bruscos. Si llueve con intensidad y frenas de manera abrupta, es muy probable que patines con la rueda trasera y derrapes con la delantera.

Vigila y protege las partes más sensibles a la lluvia

Si no tienes cuidado, muchas partes de la moto que están al aire se irán llenando de corrosión. Si te ha pillado una tormenta, lo mejor es que cuando aparques eches un vistazo, limpies y protejas. Frenos, pedales, embrague, cadena, amortiguadores o suspensión deben estar siempre en perfectas condiciones.

Neumáticos con la presión justa

Como te hemos dicho ya alguna vez, lo único que te ata al suelo son tus neumáticos. Si usas tu moto en otoño e invierno, hazles un buen mantenimiento porque de ello depende la capacidad que tendrán las ruedas de evacuar el agua hacia el exterior. Mira el estado de la cubierta, la profundidad del dibujo y,  sobre todo, respeta la presión que aconseja el fabricante.

Algunos accesorios salvadores

Hay accesorios que pueden salvar algunas partes de tu moto y otros que pueden salvar algunas partes de tu cuerpo. Por ejemplo, una funda para el sillín hará que este no se moje o se raje con el agua. Para ti te aconsejamos que tires de paramanos, puños calefactables, manoplas y cubrepiernas. Todo es poco cuando se trata de no sentir frío y humedad.

Dobla la distancia de seguridad con el vehículo que te precede

Además de que tendrás más tiempo de reacción en caso de frenado brusco, también es cierto que no te comerás toda el agua que vaya expandiendo y salpicando las ruedas del vehículo de delante.

Valora el riesgo desde las primeras gotas

Ojo porque muchos moteros se preocupan cuando llueve mucho, pero siguen circulando como si nada cuando comienza a chispear. Valora el riesgo desde el minuto cero porque esas primeras gotas pueden convertir una carretera normal en una muy deslizante. Se cumple aquello que suelen decir nuestros mayores de que la lluvia limpia solo si tiene la suficiente fuerza.

No te tumbes en las curvas y conservarás mayor superficie de agarre

Cuando llueve cambia la manera de coger una curva. Lo mejor es cogerla por el exterior sin tumbarse demasiado para aproximarse al interior de la misma y salir de nuevo con la trayectoria hacia el exterior.

Aprende a evitar el aquaplaning

El aquaplaning se produce cuando hay tanta agua en la calzada que supera a la capacidad de evacuación de tus ruedas. La consecuencia es que los neumáticos acaban, por así decirlo, despegándose del suelo porque han perdido todo su agarre. La velocidad alta -además de la lluvia y un mal mantenimiento- es una de las principales causas de este fenómeno. Modera la velocidad y tendrás medio camino hecho.

Mantente alejado de las 'trampas'

Los motoristas se quejan mucho de las ‘trampas’ que hay en muchas calzadas y con razón. No obstante, la primera lección que podemos extraer es que siempre hay que mirar un poco más allá de tu rueda delantera. Será la única manera de poder reacción a tiempo o, incluso, un poco antes.

Por ejemplo, esa alcantarilla que no da abasto, las marcas viales en el suelo que resbalan una barbaridad, los camiones que dejan un reguero de aceite y los charcos (pequeños y grandes).

Por otra parte, los días de lluvia se incrementan los accidentes. Decide si realmente estás preparado para salir ahí fuera o vas a ser parte del problema. No pasa nada por coger el transporte público. De hecho es una decisión muy inteligente.

Nieve, hielo y granizo

Es seguramente de las peores situaciones meteorológicas para coger la moto porque los riesgos de sufrir un percance son bastante altos a no ser que seas un piloto de lo más experimentado. Aunque así fuese, sigue siendo una mala idea, la verdad.

La nieve, el hielo y el granizo dejan las carreteras en un estado muy precario y con muy, muy pocas condiciones de seguridad. Cuanto más pequeña y recóndita sea la vía, peor. En pocas palabras, déjalo para otro día.

Entre otras cosas,  por ejemplo, la nieve dificulta la vista de los otros usuarios de la vía, cualquier marca vial y la señalización tanto horizontal como vertical. Además, cuanta más nieve soporten tus neumáticos menos agarre tendrán y más crecerán las posibilidades de patinar, derrapar, perder el control e irnos al suelo.

Por último, pilotar con nieve, hielo o granizo sin la ropa adecuada te dejará, cuanto menos, sin sensibilidad en manos, piernas y pies. A cero coma del desastre, vamos.

Si aun así, te pilla una nevada, granizada o alguna helada en moto, te damos algunas recomendaciones básicas.

¿Qué hacer?

EL QUE AVISA...

Sigue las rodadas de otras motos o coches para no circular por nieve virgen.

No maniobres con hielo y deja que la moto pierda fuerza ella sola si notas que has perdido el control.

Evita el conocido como hielo negro, una fina capa de hielo casi imperceptible a la vista que suele aparecer con temperaturas cercanas a los 0ºC o por debajo. Carreteras sombrías, con vegetación tapando parte de la calzada, vías poco transitadas, entradas y salidas de túneles o puentes suelen ser zonas propensas.

Aplica todas las precauciones en situaciones de riesgo: dobla la distancia de seguridad, permanece atento, reduce la velocidad y pilota con suavidad sin hacer cambios bruscos.

Niebla

Aunque la niebla puede darse en cualquier momento del año, es una situación meteorológica más propia del otoño e invierno. Esencialmente son nubes muy bajas formadas por pequeñas gotas de agua en suspensión. Además de reducir la visibilidad en diferentes grados, producen una llovizna con sensación de frío y humedad.

Una niebla espesa te dejará sin visibilidad a menos de 200 metros y es muy posible que te cale hasta los huesos si no vas debidamente preparado.

¿Qué hacer?

LUCES ANTINIEBLA
LUCES DE CRUCE, NUNCA LARGAS
TRANQUILIDAD Y SUAVIDAD
OBSERVA LAS MARCAS VIALES
NO SUBESTIMES LA EQUIPACIÓN
SI tu moto dispone de luces antiniebla, úsalas. No está de más que, antes de verte en la tesitura, la pruebes. Reconocemos que es una luz que se puede usar poco y que, llegado el momento, o no sepas dónde está o no te funcione. ¡Adelántate a los acontecimientos!
En caso de que no tengas faro antiniebla en tu moto, pon la luz de cruce siempre. Ojo con utilizar las luces largas. Lo único que conseguirás es que se reflejen en la niebla y no veas lo que ocurre en la carretera. Mal asunto.
Pilota con tranquilidad evitando maniobras bruscas o cambiarte de carril cada dos por tres. Ten en cuenta que serás mucho menos visible para otros vehículos y que, a su vez, tú también verás bastante menos. Tómatelo con mucha calma.
Las marcas viales pueden ser una buena pista para saber por dónde vas. Fíjate en ellas si la niebla te lo permite. Si no, reduce la velocidad y templa los nervios para evitar choques en cadena. Podrías salir muy mal parado.
Una vez más, no subestimes el poder de tu equipamiento. Acertarás si eliges cascos, chaquetas, guantes, pantalones y botas que te hagan más visible y te protejan frente a las inclemencias del tiempo. No olvides que la niebla en realidad es agua y que, por tanto, llevar ropa impermeable será de gran ayuda. También es una buena idea enfundarte alguna prenda térmica para tener un extra de calor.

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